sábado, 10 de octubre de 2015

RELATO - El secreto de Shaun

Hola! Bueno, os traigo un relato que he escrito para mi taller de escritura. El título es totalmente provisional. No lo he meditado demasiado. Acepto sugerencias.

Espero que os guste *^*

Lof <3




El taxi paró justo frente a la puerta del viejo hotel y Shaun Milton bajó, dejando el dinero y unas propinas en el salpicadero. Se colocó la capucha, ajustó una de las ansas de la mochila y se dirigió a la entrada. Era un estrecho edificio de seis plantas, desgastado por el paso de los años. Era un edificio barroco. Los dos primeros pisos conservaban las balaustradas originales, pero el resto había sido sustituido con barandas onduladas de color negro.

Shaun se acercó al mostrador a preguntar por uno de sus huéspedes. El joven encargado se ofreció a acompañarle, pero este declinó la oferta con amabilidad. Se encaminó a las escaleras, ya que el ascensor no funcionaba, y subió hasta el cuarto piso. Llamó a la puerta con un siete grabado en números romanos. No hubo respuesta. Volvió a intentarlo con más insistencia. Pasaron unos minutos, unos interminables minutos, hasta que la puerta se abrió y una tenue luz azul iluminó el rostro de Shaun.

-Adelante- dijo una voz dulce y atrayente.

Cerró la puerta tras de sí y se quitó la capucha. Todas las persianas estaban bajadas y las ventanas que no tenían persianas las había tapiado con muebles. El salón era acogedor. Tan solo había una chimenea, una mesa de té y dos sillones de terciopelo rojos, que conjuntaban con el pelo del inquilino. Sus ojos avellana se posaron en el recién llegado, que permanecía inmóvil en la entrada. Su piel verdosa resplandecía en la oscuridad de la estancia.

-Llegas tarrrde.

-Lo sé. Lo siento, Darren. Pero he conseguido lo que me pediste- dejó la mochila en la mesa que había entre ambos y tomó asiento- Y casi muero en el intento.

-No seas tan melodrrramático.

El feérico vació la mochila sin ningún miramiento. Sobre la mesa había unos pantalones vaqueros, un par de camisetas, ropa interior y un libro. No estaba lo que buscaba. Miró a Shaun inquisitoriamente.

-Sabía que lo esparcirías todo sin cuidado así que lo he guardado en otro sitio. Incluso está envuelto en un plástico de burbujas, por si acaso.

Apartó todas sus pertenencias de la mesa y dejó con cuidado el objeto. Era una roca de cuarzo del tamaño de un puño. Pero no era una roca cualquiera. La había cogido del museo de las artes del centro de la ciudad, donde su padre trabajaba de guardia de seguridad. Había ido para llevarle un aperitivo nocturno y como excusa se paseó por el museo. En un descuido le había quitado las llaves a su padre para desconectar la alarma de la vitrina. Cogió lo que buscaba, lo sustituyó por otro igual, pero sin valor, y se fue sin levantar sospechas.

Darren se levantó con el cuarzo en la mano y fue hacia la luz azul que flotaba en medio de la habitación. Colocó el cuarzo cerca de ella y murmurando unas palabras el cuarzo desapareció con un fogonazo. Darren frunció el ceño concentrado. Levantó la otra mano y la colocó cerca de la bola de luz. Siguió murmurando palabras en un idioma que Shaun conocía, pero todavía no conseguía entender. Darren se había negado a enseñarle. Todavía no errres digno de nuestrrra lengua, le había dicho.

La bola azul empezó a crecer convirtiéndose en un agujero negro bordeado por la luz azul. Shaun se revolvió en su asiento, nervioso. Había visto a Darren hacer magia cientos de veces, pero nunca había sentido el miedo que sentía en ese momento. Una ráfaga de viento salió de la abertura y le revolvió los cabellos. Apartó un momento la mirada y cuando la volvió a posar el agujero había desaparecido y se había convertido de nuevo en la pequeña bola de luz azul. Darren se desplomó sobre la moqueta como un fruto que se ha desprendido del árbol. Shaun corrió a su lado y colocó su cabeza sobre sus piernas. El joven pelirrojo respiraba con dificultad y le temblaban las manos. Shaun se las cogió y las frotó. Las tenía heladas. Igual que el día que se conocieron.


Era un día tormentoso. Shaun salía de la Universidad cuando ya era de noche. Normalmente iba en bici a casa, pero aquel día fue imposible. Caminaba todo lo rápido que le permitía el viento. Vivía en las afueras de la ciudad, en una zona rural donde había una casa cada diez minutos. Comenzó a atajar por uno de los bosquecillos, pero algo captó su atención. Un resplandor verde parpadeaba cada vez más débil entre los troncos de los olmos. Shaun comenzó a acercarse lentamente. Se asomó con precaución y se encontró algo que jamás habría creído posible. Un muchacho vestido tan solo con unos destartalados pantalones estaba tirado en el suelo, temblando y con los ojos en blanco. Tenía la piel verdosa con pequeñas manchas un poco más oscuras por todo el cuerpo. Tenía el pelo rojo pegado a la frente.

-¿Quién demonios eres tú?- se arrodilló con cautela a su lado y le observó con detenimiento- ¿Qué eres?

Posó una mano en su brazo. La débil luz que destilaba su cuerpo titiló y se apagó. En ese preciso momento su cuerpo se quedó inmóvil. Shaun respiraba entrecortadamente. No sabía qué hacer. Estaba como en un sueño. Un extraño ser delante de él, probablemente muerto, y una luz atrayente que se había apagado al llegar él. Miró a su alrededor esperando ver algo que le dijese que era realmente un sueño, pero aquello no iba a suceder y algo dentro de él lo sabía. Se llevó las manos a la cara y trató de calmarse y pensar con claridad.

El pelirojo abrió los ojos lentamente, desconcertado, recordando poco a poco dónde estaba y qué había pasado. Se fijó en el joven hiperventilando que tenía a su izquierda.

-Oh, hrackt. ¿Qué has visto?

Shaun calló hacia atrás, sobresaltado. Miraba boquiabierto al feérico que se mantenía sereno ante el giro de los acontecimientos que no había previsto. Intentó incorporarse poco a poco, pero estaba muy débil, así que se dejó caer de nuevo.

-Ya sé que esto es muy extrrraño parrra ti, perrro ¿podrrrías ayudarrrme a levantarrrme?- Shaun seguía en shock, inmóvil- Vamos, no voy a hacerrrte daño. Solo quierrro volverrr a casa.

El muchacho parpadeó un par de veces y poco a poco fue moviéndose hacia él. Se pasó su brazo por el cuello y le ayudó a levantarse. Cargó con él hasta el árbol más cercano y lo apoyó contra él. En ese momento se fijó más en su cara. Tenía los ojos color avellana y una tez fina e inmaculada. Era la perfección en persona. De no ser por su extraña piel, sería el perfecto chico guapo de una película de adolescentes. Shaun se sentó frente a él esperando que dijese algo, pero tan solo se miraban el uno al otro. Entonces decidió romper el hielo él mismo.

-¿Qué eres? ¿De dónde vienes? ¿Qué era esa luz? ¿Qué estábas haciendo? ¿Cómo...- las palabras salieron en tropel de su boca.

-Una prrregunta trrras otrrra, ptregho- respiró hondo un par de veces, ya que todavía le costaba hablar por la gran pérdida de energía- Me llamo Darren.

Shaun esperó paciente a que continuase, pero parecía que no tenía intención de hacerlo.

-¿Eso es todo? Acabo de encontrarme a un tipo super raro en medio de un bosquecillo, con la piel verde y brillante como un extraterrestre, haciendo Dios sabe qué... ¿Y pretendes que no quiera saber qué eres ni de dónde vienes? Vamos, hombre...

Darren se quedó pensativo un momento, sopesando los pros y los contras de revelar su identidad. Necesitaba ayuda, eso estaba claro. Pero no quería, más bien no debía dejar que nadie supuese quién y qué era. Aunque ya había visto demasiado, no había vuelta atrás.

-Está bien. Te lo contaré- Shaun se echó hacia delante, apoyando los codos en las pierdas entrecruzadas, para poder escucharle más atentamente- Me llamo Darren y soy lo que vosotrrros llamáis hadas, o algo parrrecido. Durrrante una expedición, mis compañerrros y yo tuvimos prrroblemas y yo acabé aquí, en tu mundo. Ahorrra intento llegarrr a casa, perrro no puedo solo. Poca enerrrgía- se secó el sudor de la frente con dificultad- Tú... ¿Me ayudas?

La perplegidad y el asombro de Shaun crecían con cada palabra que escuchaba. Cuanto más sabía, más seguro estaba de que tenía que ser un sueño. Meditó sobre lo que le había propuesto. Era el único que sabía que ese ser existía. No tenía a nadie y sólo deseaba volver a su hogar. ¿Por qué no iba a ayudarle?

-Con una condición- los ojos del feérico centellearon curiosos y esperanzados- Quiero que me lleves contigo.

-¿Qué?

-No hay nada que me retenga aquí. Llévame contigo, por favor.

Darren cerró los ojos y pensó en su propuesta. Estaba claro que necesitaba su ayuda, así que tendría que aceptar su oferta. Aunque podría ser muy peligroso para el chico y para él mismo. No eran muy hospitalarios con otras razas en su mundo, y mucho menos con gente de otros universos.

-De acuerrrdo. Perrro yo también tengo una condición.

-Lo que sea.

-Haz todo lo que te diga y no me contrrradigas en nada. ¿Queda clarrro?

-Cristalino- respondió con una sonrisa.


Y así es como llegaron a su situación. Llevaban meses preparando aquello y parecía que Darren todavía no podía encontrar un objeto con suficiente energía como para abrir completamente el portal. Habían probado con joyas, huesos, objetos tremendamente valiosos, pero nada resultaba. Al principio tenía un as en la manga, pero con el tiempo había desechado ese plan. Podía utilizar la energía vital de Shaun y abrir el portal con mucha facilidad, pero entonces el chico podría incluso morir. No quería causarle tal cosa. Se había encariñado con el muchacho y le había ayudado en todo lo que había podido.

-Úsame- le había pedido una vez- Sé que puedes utilizar mi propia energía para abrir ese dichoso portal.

Pero Darren se negó en rotundo porque sabía las consecuencias que podía tener. Jamás le pondría en esa situación. Tenía que haber algo que tuciese suficiente energía.


Darren se despertó lentamente. Tenía la cabeza apoyada en el regazo de Shaun. El cuarzo estaba tirado en el suelo, cerca de la bola de luz. Se incorporó poco a poco con la ayuda de su amigo y se sentó en el sillón. El silencio se adueñó de la habitación. La frustración crecía en su interior. Ya no sabía qué más hacer. Estaba agotando todas sus ideas y sus esperanzas.

-Ya sé que no quieres que diga esto- se aventuró a decir Shaun- Pero utiliza mi energía para volver. Por favor.

-Ya lo hemos hablado miles de veces y la rrrespuesta sigue siendo no. No te pondrrré en peligrrro.

- No lo harás. Soy fuerte como un roble. Combina mi energía con la tuya y la del cuarzo. Seguro que puedes hacer eso. Resultará. Hazme caso por una vez.

-Llevo haciéndote caso desde que te conozco y nunca hemos conseguido nada. Tan solo desesperrración. Lo siento perrro no quierrro que pases porr lo mismo que yo.

Shaun golpeó el brazo de su sillón y suspiró irritado.


Darren había estado durmiendo las siguientes 19 horas para recuperar fuerzas. Shaun no se había separado de su lado en todo el día. Tan solo había bajado a la cocina a por algo de comer y había vuelto a la habitación rápidamente por si su amigo le necesitaba. Al despertar le tenía preparado un gran banquete y pastillas para darle energía lo más rápido posible. Después de comer fueron al salón de nuevo.

-He estado pensando en tu prrropuesta y tal vez pueda funcionarrr la fusión de enerrrgías- a Shaun se le iluminaron los ojos- No te prrrometo nada. Puedes salirrr muy mal parrrado.

-Me arriesgaré.

Darren le miró agradecido. Estaba poniéndo su vida en peligro solo por ayudarle. El pelirrojo asintió y le hizo una señal para que le siguiese. Cogió el cuarzo y se lo entregó.

-Deja la mente en blanco. Si no puedes, intenta pensarrr en... Algo neutrrro. O piensa en mi mundo. En todo lo que te he contado de él. Y sujeta muy fuerte la piedra. Notarás un cosquilleo, pero no te hará daño.

Asintió a todo y se preparó. El cuerpo de Darren comenzó a brillar de nuevo y la bola azul empezó a ensancharse. El cosquilleo comenzó a expandirse por el cuerpo de Shaun. Sentía cómo algo le arrebataba poco a poco la fuerza. Trató de no pensar en eso y dejó la mente en blanco. El agujero se hizo más y más grande. El sudor resbalaba por la frente de Darren. El cuarzo comenzó a resquebrajarse. Aguanta un poco más, pensó Shaun. Ya casi cabía una persona por el oscuro portal.
Entonces una ráfaga de viento les arroyó. Los dos muchachos cayeron al suelo con violencia, el cuarzo se había hecho añicos, pero el portal no se había cerrado como antes. Se mantenía abierto y una luz blanquecina salía de él. Ambos se miraron esperanzados y se levantaron lentamente. Comenzaron a andar hacia el portal. Shaun cogió la mochila con sus cosas y se la colgó al hombro. Darren metió la mano en el orificio con mucho cuidado. Sonrió con lágrimas en los ojos. Al sacar la mano la tenía llena de florecillas. Miró a Shaun y cruzó el portal.

-¡Sígueme!- gritó Darren desde el otro lado.

Shaun aseguró su mochila en los dos hombros, respiró hondo y cruzó tras su amigo.
Una suave brisa primaveral le recibió. El sol le cegó por un momento, pero pronto se acostumbró a la luz. Estaba rodeado de flores de todos los colores y tamaños, algunas incluso más grandes que él. Observó a su alrededor y todo era verde y de colores extravagantes. Había un pequeño riachuelo entre el campo de flores y un bosque de lo más extraño. Un pájaro con cuatro alas voló sobre su cabeza y se acercó a una de las grandes flores para bebes su néctar. Shaun lo observaba maravillado. Alargó la mano para tocarlo y se quedó paralizado. Se observó entero y por un momento sintió pánico. Su piel se había tornado anaranjada. Se tocó la cara y el pelo pensando que sería diferente. Dirigió la mirada hacia el riachuelo y fue allí. Miró con miedo su reflejo y vio que su pelo se había vuelto castaño. Pero lo más extraño de todo eran sus ojos. Eran de un color violáceo brillante. Le atraían hasta a él. Era como si se hubiese convertido en uno de ellos. Buscó a Darren con la mirada. Lo encontró unos pasos por detrás de él sonriéndole con cariño. Se acercó a él, posó una mano en su hombro y mirando sus reflejos le dijo:

-Bienvenido a mi mundo.

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