Capitulo 10: Up
& Down
-¿Lo llevas todo? ¿Tu móvil, el dinero, toda
la ropa, comida…?
Mi madre preguntaba sin parar. Nos íbamos ya
al piso de la ciudad porque al día siguiente comenzábamos las clases. Yo
asentía una y otra vez.
-Sabes que te pregunto porque luego siempre se
os olvida algo.
Me subí al coche con Woosung y mi hermana
después de despedirnos de nuestras familias y nos dirigimos a nuestra nueva
casa. Mi hermana era la que conducía que se había sacado el carnet, por fin,
mientras no estábamos. Cogí uno de los CD que tenía guardados en la mochila y
lo puse. Un variado de k-pop. Nos pasamos todo el camino cantando a pleno
pulmón sin poder evitarlo. Aunque mi hermana se
cortaba un poco porque tenía que estar atenta a la carretera. Al llegar al piso aquello se convirtió en una lucha a sangre fría para coger la mejor habitación. Por supuesto se la llevó mi hermana por ser la mayor. La maldije por lo bajini, pero me conformé con la mía, que era casi como la que tenía en el pueblo. El único que no estaba conforme era Woosung.
cortaba un poco porque tenía que estar atenta a la carretera. Al llegar al piso aquello se convirtió en una lucha a sangre fría para coger la mejor habitación. Por supuesto se la llevó mi hermana por ser la mayor. La maldije por lo bajini, pero me conformé con la mía, que era casi como la que tenía en el pueblo. El único que no estaba conforme era Woosung.
-Esta habitación es fría y pequeña.
-Es suficiente para ti- le espetó mi hermana.
Se dio la vuelta y siguió arreglando sus cosas
sin volver a quejarse. Cuando terminamos decidimos dar una vuelta por el barrio
a ver qué había y nos quedamos en un bar a la vuelta para tomarnos algo fresco.
-¿A qué hora tenéis clase mañana vosotros?-
preguntó mi hermana.
-Entramos a las diez y salimos a las doce. No
es gran cosa. ¿Y tú?
-A la misma.
Le di el último sorbo al refresco y nos
levantamos. Cuando entramos al piso mi hermana fue directa al baño y Woosung me
cogió del brazo y me giró para que le mirase a los ojos.
-Hace tiempo que no hablas con Taemin. Ha
dejado de llamarte y tampoco te envía correos, lo sé. ¿Ha pasado algo?
-¿Qué dices? Claro que no. Es que tiene mucho
trabajo y llega cansado a casa. Ya me dijo que no me preocupara.
Me soltó con semblante preocupado, pero cuando
me di la vuelta para ir a mi habitación, tiró de mí y me abrazó. Fue un abrazo
extraño. Nunca antes se había comportado así.
-¿Woosung? ¿Te pasa algo?- intenté apartarme
de él, pero no me lo permitió- Me estás asustando- susurré.
-Si te hace llorar alguna vez… ¿Me lo dirás?
Me quedé callada unos segundos porque me pilló
desprevenida.
-Pues claro. Eres mi pañuelo, al igual que yo
el tuyo. Siempre que lo necesite hablaré contigo, pero ahora no pasa nada, así
que no te preocupes tanto, ¿vale?
Finalmente se apartó y me dejó ir. Le di un
beso en la frente y me di la vuelta. Él se apoyó en la pared y se dejó caer
hasta el suelo suspirando. Desde que volvimos de Corea se estaba comportando
muy raro. No era el mismo de siempre. Ahora casi siempre estaba serio y ya no
me hacía rabiar ni se reía como antes. De
verdad que me estás asustando.
[NOTA: Desde
aquí hasta que ponga FIN NOTA debéis leer escuchando estas canciones à
E.R. – Dalmatian / The Reason – SHINee]
Los primeros días de clase estaban siendo
bastante relajados, aunque poco a poco subían el nivel y todo se complicaba. Al
final había decidido estudiar español con Woosung. Ambos queríamos ser
profesores de español en Corea. De momento no era nada del otro mundo la
carrera, pero seguro que me costaría sacarla adelante. Aunque no me rendiré
fácilmente.
Llevábamos casi un mes clases y ya quedaba
poco para las vacaciones invierno. Íbamos de camino a casa cuando me puse delante
de Woosung porque se le notaba triste por mucho que me dijera lo contrario.
-No voy a dejar que des un paso más hasta que
me digas lo que te pasa y por qué estás tan decaído desde que comenzamos las
clases.
Esquivó mi mirada y trató de seguir andando,
pero se lo impedí. Me miró molesto, pero no me dijo nada.
-Por favor… Estoy preocupada por ti.
-No me pasa nada.
-No me vengas con esas. Yo sé que…
-¡Que no me pasa nada!- gritó y se fue
corriendo a casa.
-¡Woosung!
Me dejó allí clavada en medio de la calle, con
toda la gente mirándome. Las lágrimas se me agolpaban en los ojos, pero no iba
a ponerme a llorar allí. Eché a correr detrás de él, intentando no fijarme en
la gente que seguía mirándome. Dejé la mente en blanco e intenté recordar el
atajo a casa para pillarle antes de que entrase. Llegué sin aliento, así que me
senté en el escalón de la puerta a esperar. Estuve casi una hora, pero no
llegaba. ¿Habrá llegado antes que yo?,
me pregunté. Decidí subir al piso, pero allí no había nadie. Mi hermana estaba
en clase todavía, así que estaba sola. Me senté a ver la televisión, para matar
el tiempo. Pasó otra hora más y seguía sin aparecer. Cogí el teléfono y le
llamé. No contestó. Quería salir a buscarle pero no conocía la zona.
¿Me he
dormido?,
miré el reloj y ya eran casi las siete de la tarde. Hacía cinco horas que nos
habíamos separado y seguía sin llegar a casa. Poco después escuché la llave
girar y la puerta se abrió.
-¡¿Woosung?!- pregunté desesperada, pero era
mi hermana.
-¿Qué pasa? ¿No está contigo?
Negué con la cabeza y le expliqué lo que había
pasado. Me intentó tranquilizar y me dijo que no me preocupase tanto.
-Seguro que es un berrinche tonto y que cuando
vuelva te pedirá perdón por haberte hablado así.
Yo intenté aferrarme a eso para no llorar,
pero tenía la mala sensación de que esta vez no sería como siempre. Un rato
después fui a preparar la cena para distraerme un poco. Tuvimos que cenar mi
hermana y yo solas, porque seguía sin aparecer. Eran las once de la noche
cuando la puerta se abrió. Yo sin pensármelo dos veces me levanté y me planté
delante de él, soltándole el bofetón que se merecía. Me escocía la mano del
golpe que le había dado, pero no me amedrenté. Él esquivaba mi mirada todo el
rato y no abrió la boca para nada. Mi rabia aumentaba con su comportamiento.
-¡¿Tienes idea de lo que he llegado a pasar
hoy?! ¡¿Sabes las veces que te he llamado?!
Silencio.
-¡Vale! ¡Cállate y no me hables nunca más si
es lo que quieres!
Me apartó con toda la delicadeza del mundo y
fue a su habitación sin decir palabra. En ese momento me derrumbé sin poder
aguantarlo más. No sabía cómo habíamos acabado así ni por qué nos tratábamos de
esa manera. Yo sólo pretendía ayudarte y
hacerte sentir mejor…
[FIN NOTA]
A la mañana siguiente parecía que se había
levantado de mejor humor, aunque tenía los ojos hinchados, como si hubiera
estado llorando. Me sonrió y me dio un beso en la mejilla antes de meterse en
el baño. Yo me quedé en la puerta esperándole y cuando salió le abracé y le
pedí perdón por haberle pegado y por haberle gritado.
-Tranquila- contestó con voz ronca. Estaba un
poco afónico- Yo también te grité y no tenía derecho a hacerlo. Me merecía el
golpe por mi comportamiento.
Seguimos abrazados un rato más hasta que nos
separamos riendo. Cogimos nuestras cosas y nos fuimos a clase. Los días
siguientes estuvimos bastante ajetreados porque quedaban apenas cuatro días para
las vacaciones. Y además yo tenía trabajo por las tardes desde que comenzamos
el curso. Había conseguido ahorrar lo suficiente para poder ir a Corea. Tenía
el vuelo reservado desde que volví en verano para que me saliera mucho más
barato. Cada día que pasaba se me notaba más nerviosa aunque en clase me
concentraba tanto que se me olvidaba todo lo demás. Mis calificaciones no son
excesivamente altas pero me mantengo en el notable y eso me tranquiliza. Voy a ser una gran profesora de español,
me decía a mí misma para animarme cada día.
Eran las nueve y media de la noche y el fin de
mi turno en el café. Fui al vestuario y me cambié de ropa. Lo metí todo en el
bolso y me dirigí a casa. Ya era de noche y el frío se calaba hasta los huesos.
Me ajusté la bufanda al cuello y salí a la calle. Estaba todo desierto. Se
notaba que era invierno. La mayoría de la gente se queda en casa o va a los
cafés a tomar chocolate caliente. Ya hacía tres semanas que le había pedido a
mi jefe las vacaciones de Navidad. Le dije que iba a ver a mi familia y que a
cambio de mi ausencia le buscaría un sustituto hasta que volviese. Le gustó el
trato y lo aceptó. Así que ahora me toca ir a casa a comprobar los mensajes,
porque todavía no he encontrado a nadie que acepte el trabajo. Abrí la puerta y
subí hasta el quinto piso andando después de un día agotador porque el ascensor
estaba averiado, otra vez. Cuando entré olía a croquetas y ensalada. Mi hermana
estaba preparando la cena y Woosung poniendo la mesa.
-¿Qué tal el día?- me preguntaron.
-Horrible. No había mucha gente en el café,
pero sigo sin encontrar a nadie que me cubra el puesto hasta que vuelva.
Woosung me miró de una forma que no pude
descifrar. Sonrió y me dijo que me diera una ducha fría antes de cenar. Yo le
miré intrigada por saber lo que quería decir aquella mirada, pero le hice caso
y fui a ducharme. Puse el agua tibia aunque tenía un poco de frío. Al salir me
puse el pijama y me sequé el pelo para no pillar un catarro. Cenamos mientras
veíamos la televisión, como siempre, sin decir palabra, concentrados en el
dorama. Cuando recogí todo y fui a lavar los platos Woosung me apartó y me dijo
que lo hacía él.
-Tú estás cansada por estar toda la tarde en
el café. Llevas levantada desde las seis de la mañana. Creo que mereces irte a
dormir ya.
-Pero quiero ayudarte. No cuesta nada lavar
cuatro platos.
-Bueno, vale. Pero tú rentas. Yo lavo.
Asentí sonriendo y me esperé a que hubiera
lavado al menos tres, para no quedarme parada todo el rato y acabar antes.
Cuando terminamos ambos nos íbamos a nuestras respectivas habitaciones cuando
me sujetó por detrás.
-Lo que te voy a decir espero que sirva para
que duermas bien de una vez y no te levantes agotada y con unas ojeras que
seguro que las ve hasta tu madre- se quedó un rato en silencio, haciendo la
noticia más emocionante de lo que me parecía- Han llamado esta tarde
preguntando por el empleo. Le dije a la chica que la llamarías mañana al
mediodía. Este es su teléfono.
Salté de alegría, abrazándole y dándole besos
por toda la cara. Le agradecí que cogiese el teléfono y, sí, esa noche conseguí
dormir de un tirón y me levanté como nueva.
~*~
Aproveché la media hora de descanso de la
práctica para escabullirme hasta el móvil y llamar a Hye Hoon. Hacía un mes que
no hablábamos porque los dos habíamos estado muy ocupados. Seguro que le daba
una sorpresa y se alegraba. Podríamos hablar aunque solo fueran 15 minutos.
Silencio.
Tono.
Silencio.
Tono.
Silencio.
Tono…
-¿Sí?- susurró.
-¿Hye Hoon? ¿Por qué susurras?
-¡Taemin!
Es que estoy en clase. Espera un segundo- parecía como si se arrastrase.
Escuché el sonido de una puerta cerrarse- Ya
está. Me he salido sin que se diese cuenta. Tienes suerte de que no está
diciendo nada importante.
Un silencio un poco incómodo se apoderó de la
conversación.
-Oye…
¿Lo estás haciendo bien? No te sobre esfuerces. Come bien y mucho, que estás
muy delgado últimamente. Lo he visto en las fotos y las actuaciones.
-Tranquila. Me cuido bien. Los chicos están
todo el rato detrás de mí. Sólo les falta meterme ellos la comida en la boca.
-¡Oppa!
Rin Hae acababa de llegar junto a BoA y las
novatas a la sala de prácticas. Rin Hae era la líder del nuevo grupo e la SM
compuesto por cuatro chicas. Solo tenían tres o cuatro años menos que yo.
-Hola. Luego hablo contigo que estoy al teléfono.
-¿Quién
es?- preguntó Hye Hoon.
-Es el nuevo diamante en bruto de la agencia.
Son cuatro chicas con mucho talento.
-Ahh… Seguro
que tienen éxito- de nuevo silencio- ¡Ah, sí! Ya tengo mi billete para Corea.
No te lo he podido decir antes porque no quería molestarte. He conseguido a
alguien que me sustituirá en el trabajo hasta que vuelva.
-¡Genial! Ya tengo ganas de abrazarte. ¿Qué
día vienes?
-Hoy es
mi último día de clase y el vuelo lo tengo el día 21. Llegaré ese día sobre las
3 de la tarde.
-¿Hora española o coreana?
-Coreana,
babo- por primera vez después de tantos días escuché su risa y me contagió-
Bueno, tengo que dejarte. Somos muchos en
clase, pero seguro que nota mi ausencia. Espero que más tarde podamos hablar.
Hoy termino antes y esta tarde ya no tengo que trabajar porque tengo que
prepararme la maleta para irme al pueblo a ver a mis padres antes de irme. Te
quiero.
-Y yo a ti. ¡Hwaiting!
Me guardé el teléfono y me reuní con los
chicos que estaban recobrando fuerzas. Íbamos a seguir practicando un rato más
pero el CEO nos dijo que iban a practicar las novatas ahora. Nos fuimos a la
casa a ducharnos y a descansar un poco antes de irnos a grabar un programa.
Parecía que Key se había dado cuenta de que me había escabullido antes.
-¿Estabas hablando con Hye Hoon?- me preguntó.
-Sí…
-¡¿Y por qué no nos dices nada?! No eres el
único que quiere hablar con ella- hizo pucheritos. A veces parecía un niño
pequeño. Y creía que el infantil era
yo..., me dije.
-Le queda media hora de clase. Cuando acabe la
puedes llamar si quieres. Te da tiempo de sobra antes de que vayamos a grabar.
Tienes tres horas.
Se le pasó el enfado enseguida y encendió el
ordenador para preparar una video-llamada colectiva. Le envié un mensaje para
cuando llegase a casa se conectase a Skype que estaríamos todos juntos
esperándola desde la cuenta de Key. Tardó poco más de 20 minutos en conectarse
y cuando la vimos parecía bastante cansada. Como si hubiera llegado corriendo a
la casa para poder hablar con nosotros.
-¡Chicos! ¿Cómo estáis?
-¡Hye Hoon!- gritó Key dejándonos a todos
sordos.
La saludamos uno por uno, mientras Jonghyun
mandaba corazones desde atrás. Le preguntaron cómo le iban los estudios, qué
notas había sacado. También le preguntamos sobre Woosung y su hermana.
-¿Quién es?
Una voz hablando en español se coló en la
conversación. Hye Hoon sonrió y tiró del brazo de la persona que había hablado
haciendo que se sentara a su lado en el sofá. Era Yong Soo, su hermana. El
único que se puso a hablar con ella sin parar fue Key, porque era el único que
dominaba el inglés a la perfección. Minho se acercó al oído de Jonghyun y le
dijo algo que parecía avergonzarle pero no conseguí escucharlo. Estuvimos
hablando con ellas y Woosung que se unió al mismo tiempo que Yong Soo, por lo
menos una hora y media. Fuimos nosotros los que tuvimos que despedirnos porque
era hora de ir a grabar.
-Solo quedan dos días- le dije- Espero que Key
no te acapare, porque piensa hacerlo.
-¡Cállate! Estará un rato con cada uno. No
siempre contigo.
Hye Hoon sonrió y nos deseó suerte en el
programa.
-No os canséis demasiado. Disfrutad y dormid
bien. Nos vemos en dos días. ¡Saranghabnida!
Apagamos el ordenador y subimos a la furgoneta
que nos llevaría al plató.
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